HONOR A QUIEN HONOR MERECE!!! EL
DIA DE AYER LA RESP.:LOG.:SIMB.: OTHON P. BLANCO LLEVO A CABO LA CONSAGRACION
DE PAST MASTER DE NUESTRO V.:H.: HUMBERTO CEBALLOS VIZCAINO, ENALTECEMOS SU
LABOR AL FRENTE DE ESTE TALLER DURANTE LOS CICLOS MASONICOS 2012-2013.
viernes, 21 de febrero de 2014
"El pajarito que se volvió zopilote" Nicolás Maduro Moros presidente Venezolano
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El pajarito que se convirtio en zopilote |
Este era un
pajarito que cada mañana platicaba con el pequeño dictador de cierto país. Le
hablaba de política y de deportes, comentaban las telenovelas y le daba
consejos sobre cómo gobernar.
El pequeño dictador lo escuchaba con atención porque estaba seguro que el pajarito era la reencarnación milagrosa de su padre político; el hombre que lo formó, que creyó en él y que le heredó el poder como solo podría hacerlo un padre con su hijo.
Nunca podremos saber si el pajarito era la reencarnación del Gran Dictador porque, en teoría, la reencarnación no existe, los pajaritos no hablan y los pequeños dictadores no suelen escuchar pajaritos porque, en términos generales, no escuchan. Sin embargo, esta es una historia inspirada en el realismo mágico sudamericano y todo es posible, incluso la realidad.
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Nicolás Maduro Moros, un presidente con mente infantil quien hablaba con un pajarito, asegurando que era el espiritu de su padre putativo Hugo Chavez |
En el fondo el pequeño dictador necesitaba que alguien le dijera qué hacer. Habían sido tantos años de limpiar las botas del gran Dictador y de seguir sus instrucciones que había un vacío enorme que llenar en su alma pedestre e insegura. El pajarito no lo sabía, porque cuando el poder llega así de esa manera uno no se da ni cuenta, y el poder había enfermado al pequeño dictador. Un día ordenó que el pajarito fuera encerrado en una jaula.
El pajarito se entregó voluntariamente. Su acto es confuso. Ya no sabemos quién es el pajarito en este momento de la fábula. Sólo sabemos que su libertad ponía nervioso al pequeño dictador.
De algún modo era como si el joven Simba hubiera secuestrado al espíritu del Rey Mufasa para que siguiera aconsejándolo eternamente. Pero Simba había madurado en ese momento y el pequeño dictador no era maduro, solo se llamaba así, pero no lo era, era verde. Así le llamaba el Gran Dictador: “Verde”. Y del verde llegó a la putrefacción sin haber pasado nunca por la madurez.
Obligado a cantar, torturado sicológicamente, con desabasto de alimentos y privado de contacto con el exterior, en poco tiempo el ave perdió el brillo de sus plumas y su semblante cambió. Su canto poco a poco se transformó en un feo graznido y las palabras que dedicaba al pequeño dictador estaban llenas de odio y resentimiento. Ya no era un pajarito, ni siquiera un cuervo, ahora era un zopilote; un ave de mal agüero, un ave carroñera.
El pequeño dictador, cada día más solo, cada día más intolerante y violento, le preguntaba qué hacer mientras trataba de lavarse las manos manchadas de sangre. Le preguntaba si lograría derrotar a sus enemigos, si conservaría el poder para él y los suyos, si lograría reprimir a las voces disidentes. Le preguntaba si acaso era necesario endurecer aún más la violencia del Estado contra aquellos que no estaban de su lado.
Pero el ave para entonces ya era libre de su yugo aunque siguiera cautiva. Y clavaba sus grandes ojos en la figura cada vez más reducida del pequeño dictador. El pajarito que se volvió zopilote y no cuervo solo tenía una cosa que responder a cada pregunta y a cada balbuceo del incipiente tirano. Solo una cosa que decirle por el resto de su vida. Y esas dos palabras salidas de un cuento de Edgar Allan Poe se las repetiría hasta el fin de sus pequeños días, e incluso más allá:
Este
era un pajarito que cada mañana platicaba con el pequeño dictador de
cierto país. Le hablaba de política y de deportes, comentaban las
telenovelas y le daba consejos sobre cómo gobernar.
El pequeño dictador lo escuchaba con atención porque estaba seguro que el pajarito era la reencarnación milagrosa de su padre político; el hombre que lo formó, que creyó en él y que le heredó el poder como solo podría hacerlo un padre con su hijo.
Nunca podremos saber si el pajarito era la reencarnación del Gran Dictador porque, en teoría, la reencarnación no existe, los pajaritos no hablan y los pequeños dictadores no suelen escuchar pajaritos porque, en términos generales, no escuchan. Sin embargo, esta es una historia inspirada en el realismo mágico sudamericano y todo es posible, incluso la realidad.
En el fondo el pequeño dictador necesitaba que alguien le dijera qué hacer. Habían sido tantos años de limpiar las botas del gran Dictador y de seguir sus instrucciones que había un vacío enorme que llenar en su alma pedestre e insegura. El pajarito no lo sabía, porque cuando el poder llega así de esa manera uno no se da ni cuenta, y el poder había enfermado al pequeño dictador. Un día ordenó que el pajarito fuera encerrado en una jaula. El pajarito se entregó voluntariamente. Su acto es confuso. Ya no sabemos quién es el pajarito en este momento de la fábula. Sólo sabemos que su libertad ponía nervioso al pequeño dictador.
De algún modo era como si el joven Simba hubiera secuestrado al espíritu del Rey Mufasa para que siguiera aconsejándolo eternamente. Pero Simba había madurado en ese momento y el pequeño dictador no era maduro, solo se llamaba así, pero no lo era, era verde. Así le llamaba el Gran Dictador: “Verde”. Y del verde llegó a la putrefacción sin haber pasado nunca por la madurez.
Obligado a cantar, torturado sicológicamente, con desabasto de alimentos y privado de contacto con el exterior, en poco tiempo el ave perdió el brillo de sus plumas y su semblante cambió. Su canto poco a poco se transformó en un feo graznido y las palabras que dedicaba al pequeño dictador estaban llenas de odio y resentimiento. Ya no era un pajarito, ni siquiera un cuervo, ahora era un zopilote; un ave de mal agüero, un ave carroñera.
El pequeño dictador, cada día más solo, cada día más intolerante y violento, le preguntaba qué hacer mientras trataba de lavarse las manos manchadas de sangre. Le preguntaba si lograría derrotar a sus enemigos, si conservaría el poder para él y los suyos, si lograría reprimir a las voces disidentes. Le preguntaba si acaso era necesario endurecer aún más la violencia del Estado contra aquellos que no estaban de su lado.
Pero el ave para entonces ya era libre de su yugo aunque siguiera cautiva. Y clavaba sus grandes ojos en la figura cada vez más reducida del pequeño dictador. El pajarito que se volvió zopilote y no cuervo solo tenía una cosa que responder a cada pregunta y a cada balbuceo del incipiente tirano. Solo una cosa que decirle por el resto de su vida. Y esas dos palabras salidas de un cuento de Edgar Allan Poe se las repetiría hasta el fin de sus pequeños días, e incluso más allá:
- See more at: http://www.maspormas.com/opinion/columnas/el-pajarito-que-se-volvio-zopilote-por-monocordio#sthash.AWVCo0pG.dpuf
El pequeño dictador lo escuchaba con atención porque estaba seguro que el pajarito era la reencarnación milagrosa de su padre político; el hombre que lo formó, que creyó en él y que le heredó el poder como solo podría hacerlo un padre con su hijo.
Nunca podremos saber si el pajarito era la reencarnación del Gran Dictador porque, en teoría, la reencarnación no existe, los pajaritos no hablan y los pequeños dictadores no suelen escuchar pajaritos porque, en términos generales, no escuchan. Sin embargo, esta es una historia inspirada en el realismo mágico sudamericano y todo es posible, incluso la realidad.
En el fondo el pequeño dictador necesitaba que alguien le dijera qué hacer. Habían sido tantos años de limpiar las botas del gran Dictador y de seguir sus instrucciones que había un vacío enorme que llenar en su alma pedestre e insegura. El pajarito no lo sabía, porque cuando el poder llega así de esa manera uno no se da ni cuenta, y el poder había enfermado al pequeño dictador. Un día ordenó que el pajarito fuera encerrado en una jaula. El pajarito se entregó voluntariamente. Su acto es confuso. Ya no sabemos quién es el pajarito en este momento de la fábula. Sólo sabemos que su libertad ponía nervioso al pequeño dictador.
De algún modo era como si el joven Simba hubiera secuestrado al espíritu del Rey Mufasa para que siguiera aconsejándolo eternamente. Pero Simba había madurado en ese momento y el pequeño dictador no era maduro, solo se llamaba así, pero no lo era, era verde. Así le llamaba el Gran Dictador: “Verde”. Y del verde llegó a la putrefacción sin haber pasado nunca por la madurez.
Obligado a cantar, torturado sicológicamente, con desabasto de alimentos y privado de contacto con el exterior, en poco tiempo el ave perdió el brillo de sus plumas y su semblante cambió. Su canto poco a poco se transformó en un feo graznido y las palabras que dedicaba al pequeño dictador estaban llenas de odio y resentimiento. Ya no era un pajarito, ni siquiera un cuervo, ahora era un zopilote; un ave de mal agüero, un ave carroñera.
El pequeño dictador, cada día más solo, cada día más intolerante y violento, le preguntaba qué hacer mientras trataba de lavarse las manos manchadas de sangre. Le preguntaba si lograría derrotar a sus enemigos, si conservaría el poder para él y los suyos, si lograría reprimir a las voces disidentes. Le preguntaba si acaso era necesario endurecer aún más la violencia del Estado contra aquellos que no estaban de su lado.
Pero el ave para entonces ya era libre de su yugo aunque siguiera cautiva. Y clavaba sus grandes ojos en la figura cada vez más reducida del pequeño dictador. El pajarito que se volvió zopilote y no cuervo solo tenía una cosa que responder a cada pregunta y a cada balbuceo del incipiente tirano. Solo una cosa que decirle por el resto de su vida. Y esas dos palabras salidas de un cuento de Edgar Allan Poe se las repetiría hasta el fin de sus pequeños días, e incluso más allá:
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Este
era un pajarito que cada mañana platicaba con el pequeño dictador de
cierto país. Le hablaba de política y de deportes, comentaban las
telenovelas y le daba consejos sobre cómo gobernar.
El pequeño dictador lo escuchaba con atención porque estaba seguro que el pajarito era la reencarnación milagrosa de su padre político; el hombre que lo formó, que creyó en él y que le heredó el poder como solo podría hacerlo un padre con su hijo.
Nunca podremos saber si el pajarito era la reencarnación del Gran Dictador porque, en teoría, la reencarnación no existe, los pajaritos no hablan y los pequeños dictadores no suelen escuchar pajaritos porque, en términos generales, no escuchan. Sin embargo, esta es una historia inspirada en el realismo mágico sudamericano y todo es posible, incluso la realidad.
En el fondo el pequeño dictador necesitaba que alguien le dijera qué hacer. Habían sido tantos años de limpiar las botas del gran Dictador y de seguir sus instrucciones que había un vacío enorme que llenar en su alma pedestre e insegura. El pajarito no lo sabía, porque cuando el poder llega así de esa manera uno no se da ni cuenta, y el poder había enfermado al pequeño dictador. Un día ordenó que el pajarito fuera encerrado en una jaula. El pajarito se entregó voluntariamente. Su acto es confuso. Ya no sabemos quién es el pajarito en este momento de la fábula. Sólo sabemos que su libertad ponía nervioso al pequeño dictador.
De algún modo era como si el joven Simba hubiera secuestrado al espíritu del Rey Mufasa para que siguiera aconsejándolo eternamente. Pero Simba había madurado en ese momento y el pequeño dictador no era maduro, solo se llamaba así, pero no lo era, era verde. Así le llamaba el Gran Dictador: “Verde”. Y del verde llegó a la putrefacción sin haber pasado nunca por la madurez.
Obligado a cantar, torturado sicológicamente, con desabasto de alimentos y privado de contacto con el exterior, en poco tiempo el ave perdió el brillo de sus plumas y su semblante cambió. Su canto poco a poco se transformó en un feo graznido y las palabras que dedicaba al pequeño dictador estaban llenas de odio y resentimiento. Ya no era un pajarito, ni siquiera un cuervo, ahora era un zopilote; un ave de mal agüero, un ave carroñera.
El pequeño dictador, cada día más solo, cada día más intolerante y violento, le preguntaba qué hacer mientras trataba de lavarse las manos manchadas de sangre. Le preguntaba si lograría derrotar a sus enemigos, si conservaría el poder para él y los suyos, si lograría reprimir a las voces disidentes. Le preguntaba si acaso era necesario endurecer aún más la violencia del Estado contra aquellos que no estaban de su lado.
Pero el ave para entonces ya era libre de su yugo aunque siguiera cautiva. Y clavaba sus grandes ojos en la figura cada vez más reducida del pequeño dictador. El pajarito que se volvió zopilote y no cuervo solo tenía una cosa que responder a cada pregunta y a cada balbuceo del incipiente tirano. Solo una cosa que decirle por el resto de su vida. Y esas dos palabras salidas de un cuento de Edgar Allan Poe se las repetiría hasta el fin de sus pequeños días, e incluso más allá:
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El pequeño dictador lo escuchaba con atención porque estaba seguro que el pajarito era la reencarnación milagrosa de su padre político; el hombre que lo formó, que creyó en él y que le heredó el poder como solo podría hacerlo un padre con su hijo.
Nunca podremos saber si el pajarito era la reencarnación del Gran Dictador porque, en teoría, la reencarnación no existe, los pajaritos no hablan y los pequeños dictadores no suelen escuchar pajaritos porque, en términos generales, no escuchan. Sin embargo, esta es una historia inspirada en el realismo mágico sudamericano y todo es posible, incluso la realidad.
En el fondo el pequeño dictador necesitaba que alguien le dijera qué hacer. Habían sido tantos años de limpiar las botas del gran Dictador y de seguir sus instrucciones que había un vacío enorme que llenar en su alma pedestre e insegura. El pajarito no lo sabía, porque cuando el poder llega así de esa manera uno no se da ni cuenta, y el poder había enfermado al pequeño dictador. Un día ordenó que el pajarito fuera encerrado en una jaula. El pajarito se entregó voluntariamente. Su acto es confuso. Ya no sabemos quién es el pajarito en este momento de la fábula. Sólo sabemos que su libertad ponía nervioso al pequeño dictador.
De algún modo era como si el joven Simba hubiera secuestrado al espíritu del Rey Mufasa para que siguiera aconsejándolo eternamente. Pero Simba había madurado en ese momento y el pequeño dictador no era maduro, solo se llamaba así, pero no lo era, era verde. Así le llamaba el Gran Dictador: “Verde”. Y del verde llegó a la putrefacción sin haber pasado nunca por la madurez.
Obligado a cantar, torturado sicológicamente, con desabasto de alimentos y privado de contacto con el exterior, en poco tiempo el ave perdió el brillo de sus plumas y su semblante cambió. Su canto poco a poco se transformó en un feo graznido y las palabras que dedicaba al pequeño dictador estaban llenas de odio y resentimiento. Ya no era un pajarito, ni siquiera un cuervo, ahora era un zopilote; un ave de mal agüero, un ave carroñera.
El pequeño dictador, cada día más solo, cada día más intolerante y violento, le preguntaba qué hacer mientras trataba de lavarse las manos manchadas de sangre. Le preguntaba si lograría derrotar a sus enemigos, si conservaría el poder para él y los suyos, si lograría reprimir a las voces disidentes. Le preguntaba si acaso era necesario endurecer aún más la violencia del Estado contra aquellos que no estaban de su lado.
Pero el ave para entonces ya era libre de su yugo aunque siguiera cautiva. Y clavaba sus grandes ojos en la figura cada vez más reducida del pequeño dictador. El pajarito que se volvió zopilote y no cuervo solo tenía una cosa que responder a cada pregunta y a cada balbuceo del incipiente tirano. Solo una cosa que decirle por el resto de su vida. Y esas dos palabras salidas de un cuento de Edgar Allan Poe se las repetiría hasta el fin de sus pequeños días, e incluso más allá:
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era un pajarito que cada mañana platicaba con el pequeño dictador de
cierto país. Le hablaba de política y de deportes, comentaban las
telenovelas y le daba consejos sobre cómo gobernar.
El pequeño dictador lo escuchaba con atención porque estaba seguro que el pajarito era la reencarnación milagrosa de su padre político; el hombre que lo formó, que creyó en él y que le heredó el poder como solo podría hacerlo un padre con su hijo.
Nunca podremos saber si el pajarito era la reencarnación del Gran Dictador porque, en teoría, la reencarnación no existe, los pajaritos no hablan y los pequeños dictadores no suelen escuchar pajaritos porque, en términos generales, no escuchan. Sin embargo, esta es una historia inspirada en el realismo mágico sudamericano y todo es posible, incluso la realidad.
En el fondo el pequeño dictador necesitaba que alguien le dijera qué hacer. Habían sido tantos años de limpiar las botas del gran Dictador y de seguir sus instrucciones que había un vacío enorme que llenar en su alma pedestre e insegura. El pajarito no lo sabía, porque cuando el poder llega así de esa manera uno no se da ni cuenta, y el poder había enfermado al pequeño dictador. Un día ordenó que el pajarito fuera encerrado en una jaula. El pajarito se entregó voluntariamente. Su acto es confuso. Ya no sabemos quién es el pajarito en este momento de la fábula. Sólo sabemos que su libertad ponía nervioso al pequeño dictador.
De algún modo era como si el joven Simba hubiera secuestrado al espíritu del Rey Mufasa para que siguiera aconsejándolo eternamente. Pero Simba había madurado en ese momento y el pequeño dictador no era maduro, solo se llamaba así, pero no lo era, era verde. Así le llamaba el Gran Dictador: “Verde”. Y del verde llegó a la putrefacción sin haber pasado nunca por la madurez.
Obligado a cantar, torturado sicológicamente, con desabasto de alimentos y privado de contacto con el exterior, en poco tiempo el ave perdió el brillo de sus plumas y su semblante cambió. Su canto poco a poco se transformó en un feo graznido y las palabras que dedicaba al pequeño dictador estaban llenas de odio y resentimiento. Ya no era un pajarito, ni siquiera un cuervo, ahora era un zopilote; un ave de mal agüero, un ave carroñera.
El pequeño dictador, cada día más solo, cada día más intolerante y violento, le preguntaba qué hacer mientras trataba de lavarse las manos manchadas de sangre. Le preguntaba si lograría derrotar a sus enemigos, si conservaría el poder para él y los suyos, si lograría reprimir a las voces disidentes. Le preguntaba si acaso era necesario endurecer aún más la violencia del Estado contra aquellos que no estaban de su lado.
Pero el ave para entonces ya era libre de su yugo aunque siguiera cautiva. Y clavaba sus grandes ojos en la figura cada vez más reducida del pequeño dictador. El pajarito que se volvió zopilote y no cuervo solo tenía una cosa que responder a cada pregunta y a cada balbuceo del incipiente tirano. Solo una cosa que decirle por el resto de su vida. Y esas dos palabras salidas de un cuento de Edgar Allan Poe se las repetiría hasta el fin de sus pequeños días, e incluso más allá:
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El pequeño dictador lo escuchaba con atención porque estaba seguro que el pajarito era la reencarnación milagrosa de su padre político; el hombre que lo formó, que creyó en él y que le heredó el poder como solo podría hacerlo un padre con su hijo.
Nunca podremos saber si el pajarito era la reencarnación del Gran Dictador porque, en teoría, la reencarnación no existe, los pajaritos no hablan y los pequeños dictadores no suelen escuchar pajaritos porque, en términos generales, no escuchan. Sin embargo, esta es una historia inspirada en el realismo mágico sudamericano y todo es posible, incluso la realidad.
En el fondo el pequeño dictador necesitaba que alguien le dijera qué hacer. Habían sido tantos años de limpiar las botas del gran Dictador y de seguir sus instrucciones que había un vacío enorme que llenar en su alma pedestre e insegura. El pajarito no lo sabía, porque cuando el poder llega así de esa manera uno no se da ni cuenta, y el poder había enfermado al pequeño dictador. Un día ordenó que el pajarito fuera encerrado en una jaula. El pajarito se entregó voluntariamente. Su acto es confuso. Ya no sabemos quién es el pajarito en este momento de la fábula. Sólo sabemos que su libertad ponía nervioso al pequeño dictador.
De algún modo era como si el joven Simba hubiera secuestrado al espíritu del Rey Mufasa para que siguiera aconsejándolo eternamente. Pero Simba había madurado en ese momento y el pequeño dictador no era maduro, solo se llamaba así, pero no lo era, era verde. Así le llamaba el Gran Dictador: “Verde”. Y del verde llegó a la putrefacción sin haber pasado nunca por la madurez.
Obligado a cantar, torturado sicológicamente, con desabasto de alimentos y privado de contacto con el exterior, en poco tiempo el ave perdió el brillo de sus plumas y su semblante cambió. Su canto poco a poco se transformó en un feo graznido y las palabras que dedicaba al pequeño dictador estaban llenas de odio y resentimiento. Ya no era un pajarito, ni siquiera un cuervo, ahora era un zopilote; un ave de mal agüero, un ave carroñera.
El pequeño dictador, cada día más solo, cada día más intolerante y violento, le preguntaba qué hacer mientras trataba de lavarse las manos manchadas de sangre. Le preguntaba si lograría derrotar a sus enemigos, si conservaría el poder para él y los suyos, si lograría reprimir a las voces disidentes. Le preguntaba si acaso era necesario endurecer aún más la violencia del Estado contra aquellos que no estaban de su lado.
Pero el ave para entonces ya era libre de su yugo aunque siguiera cautiva. Y clavaba sus grandes ojos en la figura cada vez más reducida del pequeño dictador. El pajarito que se volvió zopilote y no cuervo solo tenía una cosa que responder a cada pregunta y a cada balbuceo del incipiente tirano. Solo una cosa que decirle por el resto de su vida. Y esas dos palabras salidas de un cuento de Edgar Allan Poe se las repetiría hasta el fin de sus pequeños días, e incluso más allá:
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ENTREGA MARIANA ZORRILLA DE BORGE APOYOS A PERSONAS CON DISCAPACIDAD
*Es necesario dotar a las
personas con discapacidad de las herramientas necesarias para que puedan
realizar sus actividades cotidianas, con el mínimo de problemas: MZB
CHETUMAL, Quintana Roo, 20 de febrero.— La presidenta honoraria del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), Sra. Mariana Zorrilla de Borge, hizo entrega de apoyos a personas con discapacidad que acudieron a esa institución a solicitar ayuda.
En un recorrido que realizó por el edificio central del DIF, la Sra. Mariana Zorrilla de Borge atendió solicitudes de apoyo de personas que había acudido a las oficinas en busca de una respuesta a su necesidad.
Las personas beneficiadas fueron Celso Pech Balam, de 17 años, con una silla de ruedas de Parálisis Cerebral Infantil (PCI), y Ernesto Viera Sosa, de 67 años de edad con una silla de ruedas para adulto, ambos de la ciudad de Chetumal y de la comunidad de Morocoy, municipio de Othón P. Blanco, Eduardo Sánchez Chávez, recibió una andadera.
De igual forma, escuchó peticiones de otras personas que se encontraban en ese momento en el DIF Estatal y dispuso que fueran atendidas de acuerdo a la solicitud que cada una tuviera.
La Sra. Mariana Zorrilla de Borge dijo que es necesario dotar a las personas con discapacidad de las herramientas necesarias para que puedan realizar sus actividades cotidianas, con el mínimo de problemas.
La entrega de apoyo a las personas con discapacidad se ubica en el eje Solidario del Plan Quintana Roo 2011-2016 del gobernador Roberto Borge Angulo, donde la familia se ubica en el centro de las políticas públicas.
En el recorrido la Sra. Mariana Zorrilla
de Borge estuvo acompañada por el director general de la dependencia,
Jesús Rodríguez Herrera.
INSTRUYE EL GOBERNADOR AUMENTAR A 4 LAS JORNADAS DEL PROGRAMA SOCIAL "RECICLANDO BASURA POR ALIMENTOS", EN EL SUR DEL ESTADO
*Explica que, a fin de beneficiar a más familias, la medida se aplicará a partir de este viernes y hasta el próximo lunes
*Israel Hernández Radilla, coordinador del programa en el sur del Estado, explica que las sedes serán Chetumal, las cabeceras municipales de José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto, así como la comunidad de Buena Esperanza, en Bacalar
*Israel Hernández Radilla, coordinador del programa en el sur del Estado, explica que las sedes serán Chetumal, las cabeceras municipales de José María Morelos y Felipe Carrillo Puerto, así como la comunidad de Buena Esperanza, en Bacalar
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Roberto Borge Angulo, gobernador de Quintana Roo |
CHETUMAL, Quintana Roo, 20 de febrero.— Por indicaciones del gobernador Roberto Borge Angulo se aumentaron a cuatro las jornadas semanales del programa social "Reciclando Basura por Alimentos", a partir de este viernes y hasta el lunes próximo en la capital del Estado y las cabeceras municipales de José María Morelos y Felipe Carrillo, así como en la comunidad de Buena Esperanza, municipio de Bacalar, a fin de beneficiar a un mayor número de familias y acopiar residuos sólidos reciclables.
El jefe del Ejecutivo explicó que la decisión de ampliar este programa a cuatro jornadas, durante este fin de semana, tiene como objetivo llegar a más comunidades rurales y beneficiar a un mayor número de habitantes.
—Mediante el programa "Reciclando Basura por Alimentos" estamos cumpliendo con los ejes Solidario y Verde del Plan Quintana Roo 2011-2016, en el sentido de beneficiar a la población menos favorecida con alimentos, frutas y verduras de alta calidad, a cambio de residuos sólidos reciclables, como cartón, vidrio, aluminio y plástico. Además, evitamos acumulamiento de basura y criaderos de moscos en los hogares —señaló.
Por su parte, Israel Hernández Radilla, coordinador de "Reciclando Basura por Alimentos" en el sur del Estado, detalló que este viernes 21 de febrero este programa social se llevará al cabo en el Módulo Hábitat II, ubicado en la calle Tres Garantías con 30 de Noviembre, colonia Proterritorio; el sábado 22, en la cancha de básquetbol de la colonia Miraflores de la cabecera municipal de José María Morelos.
—El domingo la jornada se realizará en la Unidad Deportiva “Chan Santa Cruz” de la colonia Emiliano Zapata, de la cabecera municipal de Felipe Carrillo Puerto —abundó—. El lunes en la cancha de básquetbol de la comunidad Buena Esperanza, municipio de Bacalar.
Confirmó que de esta manera se llevan beneficios directos a la población a través de los programas sociales creados por el gobernador Roberto Borge Angulo, como "Cinema del Bienestar", "Brigadas del Bienestar" y "Reciclando Basura por Alimentos.
Finalmente, comentó que hay buena coordinación con el programa asistencial Diconsa, mediante el cual se adquieren los alimentos de la canasta básica de alta calidad para ser intercambiados en el "Mercado del Bienestar".
Gobierno de Solidaridad brinda educación de mayor calidad
Playa del Carmen a 20 de febrero de 2012.-
Como parte de las acciones emprendidas por el gobierno del presidente
municipal de Solidaridad Mauricio Góngora Escalante, para elevar el
nivel educativo en el municipio, a través de la entrega de herramientas
adecuadas a escuelas de todos los niveles, se doto a la secundaria
técnica 29, José González Zapata, de un aula digital con tecnología de
vanguardia y una cancha de futbol de pasto sintético de larga duración
en beneficio de más de 712 alumnos.
Con
la entrega de 38 computadoras, un cañón reflector, un pizarrón
electrónico, así como la reinstalación del cable para el suministro de
energía eléctrica y la remodelación del aula con mesetas y conexiones
eléctricas, el gobierno que preside Mauricio Góngora, cumple con mejorar
el proceso de aprendizaje y brinda una educación de mayor calidad, con
espacios específicos para el desarrollo integral de los jóvenes
estudiantes.
El
secretario del Ayuntamiento Juan Carlos Pereyra Escudero, fue el
encargado de llevar el mensaje del presidente municipal a los alumnos y
maestro del plantel, donde explicó que el objetivo plasmado en la
política del gobierno que encabeza Mauricio Góngora, es que cada escuela
en el municipio cuente con una computadora conectada a Internet, de
manera que la clases se haga más atractiva y los alumnos se integren a
la sociedad del conocimiento.
En
este sentido destacó que el presidente municipal, cumple con la promesa
hecha durante su anterior visita al plantel, de brindar espacios
deportivos para el desarrollo físico y mental de los alumnos, por ello
inauguraron la cancha de futbol de pasto sintético realizada por el
Ayuntamiento de Solidaridad, para que los alumnos cuenten con espacio
adecuados para la práctica del deporte.
Invitó
a los alumnos a estrenar en días posterior su nueva cancha de futbol,
con un partido entre los estudiantes y los trabajadores del municipio,
con el compromiso de que por cada gol que anoten el Ayuntamiento donara
una computadora al plantel.
Por
último José Raúl Celis, director de la escuela secundaria, agradeció el
compromiso del presidente municipal, ya que cumplió con su palabra de
equipar el aula digital y poner el pasto sintético en la cancha de
futbol.
“El
uso de la tecnología en las aulas será un elemento importante para
fortalecer la educación de los alumnos, este nuevo material con
tecnología de punta, nos muestra el compromiso del presidente municipal
con la educación, y agradezco a Mauricio Góngora, en nombre de los
alumnos porque sé que con esto los jóvenes tendrán acceso a un mejor
aprendizaje”, Destacó.
El DIF OPB sigue “Construyendo Sonrisas” a infantes con paladar hendido
Chetumal, Quintana Roo, 20 de Febrero.- Con el apoyo del DIF Municipal
de Othón P. Blanco que preside la señora Patricia Ramírez de Espinosa, seis
infantes y un adulto viajaron al vecino estado de Campeche para ser valorados e
intervenidos quirúrgicamente con cirugías reconstructivas de labio y paladar
hendido.
La Presidenta del Sistema para el Desarrollo Integran de la Familia del
Municipio despidió a este grupo de infantes, los cuales serán atendidos por el
DIF de Calakmul, Campeche.
Explicó que serán valorados e intervenidos quirúrgicamente con cirugías
reconstructivas de labio y paladar hendido por médicos especialistas.
Informó que este grupo salió la mañana de este jueves y van acompañados
del doctor Erick Martínez Fuentes, responsable del área médica del DIF de
Othón P. Blanco.
Recordó que estas acciones se llevan a cabo en coordinación
con la fundación “En Lak Ech Proyecto, Inc.”, el sistema DIF OPB y el DIF
de Calakmul, Campeche, donde médicos especialistas llevaran a cabo los
trabajos de cirugía reconstructiva, dentro del programa “Construyendo
Sonrisas”.
Erick Martínez Fuentes señalo que los cinco infantes y el adulto serán
valorados una vez que se integren sus expedientes clínicos y estudios de
laboratorio pre quirúrgicos.
Resaltó que este programa de trabajo obedece a la construcción de
canales de ayuda para familias vulnerables, en donde el DIF Municipal impulsa
el programa altruista denominado “Construyendo Sonrisas” para niños
con diagnóstico de “labio y paladar hendido”.
Dijo que los pacientes que serán sometedios a cirugías reconstructivas
son: Diana Raquel García Marín, de 4 años de edad; Elián Yasir Cabañas Gómez,
de 6; Emily Piña Esqueda y Dominic Rosado Tacun, de 7 meses de nacido;
Jasiel Sansores de la Cruz, de 6 meses; Luis Fernando Hay Dzul, de
10 años y Emmanuel Avelino Waldenrrath, de 21 años de edad.
Los menores después de su valoración medica serán programados para
cirugías ambulatorias, las cuales no requieren de hospitalización, por lo que
irán acompañados de sus respectivos padres para que una vez que ingresen al
quirófano por la mañana, horas más tarde puedan volver a sus comunidades de
origen.
La valoración clínica y la cirugía reconstructiva se realizarán en
Calakmul, Campeche en coordinación con el área médica del DIF Municipal de
Othón P. Blanco y médicos especialistas de la fundación “En Lak
Ech Proyecto, Inc.”.
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