Una vez más se ha comprobado que la Comisión Estatal de los Derechos Humanos en el Estado de Quintana Roo no funciona y muchos menos sirve para ayudar a quien requiere de una asesoría jurídica o orientación legal, es simplemente un elefante blanco donde quincenalmente se fugan grandes cantidades de dinero y quien tiene todo a su merced es el controvertido, pachanguero y metrosexual presidente Enrique Mora Castillo.
Es una verdadera pena la actitud que realizó el brillante y prepotente Mora Castillo ante los policías asignados en el retén de la entrada a la ciudad capital cuando fue requerido para una revisión de rutina, el cual se comportó como un salvaje energúmeno donde gritaba a moco tendido que nadie lo podía inspeccionar y mucho menos revisar su bulto de mano donde guarda todas sus cositas, porque él era una autoridad intocable.
Enloquecido y extraviado de sus facultades mentales estuvo a punto de tener un desmayo, pero amenazó a los elementos policiacos con palabras altisonantes y como comadre de lavandería gritó que se estaban violando sus derechos y que por lo tanto pediría auxilio a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos por que jamás imaginó que los guardianes del orden fueran tan agresivos y bruscos en sus actividades policiacas.
Pero no fue todo, este funcionario que no funciona y bajo en la escala social se ha convertido en una amenaza mortal para la sociedad ya que la delincuencia, robos y violaciones se han incrementado de manera considerable y tan solo porque dicha Comisión obstaculiza la pronta intervención por parte las de las corporaciones policiacas que existen en Quintana Roo, es una burla y falta de respeto enviando simples recomendaciones.
Este espécimen se ha equivocado en estar entre las personas exitosas y reconocidas, y hoy con este papel de actriz callejera lo convierten en una decepción y frustración, sus fantasías, sueños e ilusiones se han esfumado, por pensar en la inmortalidad del cangrejo y sentirse un dios supremo lo han convertido en otro más del montón, en un miembro activo del escuadrón etílico, en una estrellita marinera que solo ha brillado para darse su propia luz.
Enrique Mora Castillo convertido hoy en un cómico pueblerino, ha mostrado su incapacidad, inconsciencia, ineptitud y torpeza ante una sociedad que requiere de un verdadero abogado y defensor de los derechos humanos y no de una persona mediocre, corriente y baja en sus conocimientos, hoy es el momento de exigir a las autoridades superiores el cese de individuos que simplemente llegan a calentar el asiento y velar por sus propios intereses.
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