viernes, 4 de septiembre de 2015

¿CORRUPTOS EN QUINTANA ROO?



Los diez mandamientos del corrupto


 “Una sociedad corrupta apesta, y que aquél que permite la corrupción no es cristiano, sino que también apesta”. La corrupción es la madre de toda familia que se encuentra involucrada en la llamada en el mundo bajo y sucio, como “POLÏTICA”.





1. La negación

Toda acusación vendrá acompañada de una negación inmediata de la misma por parte del acusado. El buen corrupto negará su condición hasta la saciedad ante la sociedad. Basará su negación en la presunción de inocencia y seguirá negando su culpa aún condenada mientras la condena no sea firme. Porque el buen corrupto nunca lo ha sido, ni lo es, ni lo será, según él mismo.





2. El recurso


El buen corrupto presenta recursos, nunca dimisiones. Y si lo hace, si dimite, el gesto jamás será interpretado como de arrepentimiento si no como una manera de “obtener tiempo para poder defenderse” o para evitar “que se utilice la imputación contra su partido”. Por el contrario, el buen corrupto presentará tantos recursos como la ley le permita. Habiéndose agotado todos éstos, el cum laude del corrupto será solicitar el indulto a la  Justicia, tal y como ha hecho el corruptus maximus, en nuestro país, estado y ayuntamiento o comunidad.



3. Los errores (administrativos)


El buen corrupto jamás reconocerá un delito, como mucho admitirá “errores administrativos”. Porque errar es humano y solo hierre el que trabaja. Porque “todos nos equivocamos” alguna vez y “¿es que usted no se equivoca nunca?”. Un error administrativo, a diferencia del resto de errores, no tiene responsables en la cosa pública; se diluye inevitablemente en el marasmo de la burocracia. Es como un ente fantasmagórico que recorre los pasillos y despachos de la administración. Nadie lo ha visto nunca, pero todos aseguran que está ahí, desde el inicio de los tiempos.



4. Las manos limpias


En este mandamiento se refiere el buen corrupto a su condición de impoluta honorabilidad, a su moral prístina y cristalina. No vano se usa el cristal como símil de la transparencia y limpieza: manos limpias (más que el “agua a chorro limpio”) y bolsillos cristalinos. Quizá no se dé cuenta el buen corrupto al expresarse así que la frase tiene reminiscencias bíblicas de significado contrario. Porque esas manos limpias también se refieren al enjuague de Poncio Pilato, al lavado de las mismas ante los problemas; El problema del abuso de este mandamiento es que, cuanto más se recita, menos se lo creen a uno.

5. La mano negra


A diferencia de las manos anteriores, estas no pertenecen al buen corrupto si no a su archienemigo en la sombra, ese que mueve los hilos con una maldad sobrehumana para arruinarle la vida porque disfruta con ello. De este modo, la mano negra persuadirá a policías para que investiguen y detengan, manipularán a jueces para que juzguen y condenen. Como es obvio, tal mano negra solo existe en la mente del buen corrupto y sirve para despistar la perdiz delante de la opinión pública. Funciona durante un tiempo, pero al final aburre por exceso. Hay veces que el propio buen corrupto se cree la existencia de esa mano negra. En estos casos se trata de una patología.  

6. Los técnicos


Si las medidas anteriores no funcionasen, existe este otro mandamiento basado en el absoluto desconocimiento (llámese supuesta ignorancia) de la materia por la que el buen corrupto está siendo juzgado: echarle la culpa a los técnicos. “Yo no soy catedrático de derecho”, “yo no soy arquitecto”, “yo no soy…”. Cámbiese el sustantivo por cualquier otra profesión y el buen corrupto habrá volcado toda su culpa sobre el desprevenido funcionario de turno. Los mismos funcionarios que, en Melilla y según los sindicatos, se sienten atemorizados cuando tienen que firmar documentos poco claros, presionados por el tiempo, políticos irresponsables y editores sin escrúpulos. ¡Pobres técnicos del Ayuntamiento, que estáis más capacitados intelectual y moralmente que quienes os mandan!

7. La Justicia (con mayúsculas)


Al iniciarse la instrucción del proceso por el que está imputado, el buen corrupto empezará sus ataques verbales contra la justicia siempre la con misma frase: “respeto a la justicia”. Miedo da cuando empiezan sus frases así; ¡tiemblan las Torres V Centenario, reverbera en las salas del TSJA, chirría en las puertas del TS! Para el buen corrupto hay dos justicias: una se escribe con minúsculas y la otra con mayúsculas. La diferencia está clara. La de minúsculas es la que dicta sentencias en su contra y la otra, la que dicta sentencias a su favor (o sobresee los casos, que para el caso es lo mismo). Dejemos las mayúsculas para después del punto y los nombres propios.

8. La difamación


Para el buen corrupto todo forma parte de una campaña de difamación contra su persona, una persecución por intereses partidistas o personales. “Quieren conseguir por los tribunales lo que no han conseguido por las urnas”, suele ser una de las frases más usadas por los buenos corruptos en el ejercicio del poder. Para defender su honor, el buen corrupto se defiende atacando; “se acabó lo de boxear con una mano a la espalda”. Y, venga, a repartir mamporros (denuncias) a diestro y siniestro. Recibe cualquiera que pase por allí, todo sea por el honor del corrupto.  En ocasiones, estas denuncias no tienen fundamento y se quedan en simples fuegos de artificio de cara a la galería.

9. Causa general


Cuando el buen corrupto no está solo en su calvario, si no que forma parte de una extensa comunidad de buenos corruptos, la victimización individual se convierte en causa general. Expone su Via Crucis sin pudor ante la opinión pública, para tratar de mostrar la persecución que está sufriendo. “¡No entiendo qué tienen contra mí!”. Desempeñan tan perfectamente su papel que incluso hay algunos que se lo acaban creyendo, interpretándolo incluso delante de los suyos.

10. Los otros


El último mandamiento, estrechamente emparentado con los dos anteriores y con el quinto, es la huida hacia adelante en la Pasión del buen corrupto: Los corruptos son los otros. Mientras el dedo de la justicia los señala con severidad, ellos tratan de desviar la atención apuntando con el suyo a otras personas. De este modo, catalizan la victimización acusando al adversario de los mismos delitos por los que se les investiga a ellos. Del “yo no he sido” pasan al “ha sido él” y al “y tú más”. En cero coma.

Si han llegado hasta este décimo mandamiento de la corrupción, queda por añadir que cualquier parecido con la realidad es pura congruencia, supuestamente, claro.


Digan NO a la complicidad, NO a la impunidad, NO al miedo, Despíerta y defiende tus derechos.

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